Café parisino

Imagen tomada del Blog:  http://www.avuelapluma.com/?p=139

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Una noche de invierno mientras caminaba por la acera, deslumbrada por  las bellas luces que adornan las noches parisinas, me encuentro sola en esta ciudad ajena, deambulando por horas buscando un destino incierto, circulando tratando de encontrar lo que sea que intento encontrar.

Escucho la gente reír, síntoma de que los hemos perdido en la monstruosa felicidad, ¿será que son felices? Esta es una extraña noche para mí,  avanza demasiado rápido y pronto la ciudad se llenará de los celestiales rayos del Sol. Es una noche muy fría, los árboles así lo demuestran, sus hojas ya no existen, se fueron semanas atrás, y ahora están copados de la blanca y fría nieve.

Calle tras calle me fui preguntando ¿qué hago aquí?, ¿qué me trae a esta ciudad? y aún así, mi mente no encontró respuesta alguna. Continué deambulando hasta ver salir el sol, ¡Qué hermoso es, con sus rayos mañaneros calentando mi cuerpo! pensé, mientras meditaba.  Mi caminata nocturna termina con esté, en L’Montmartre, un ostentoso Café parisino frente a la Torre Eiffel; el aroma de su café es tan delicioso, tan embriagante, como aquel Serveur de hermosos ojos color azul qué llama mi atención.  Desconozco si fue amor a primera vista, sería un capullo si creyera en estos cuentos, pero hay quienes sí; esta mañana todo lo que sentí fue extraño, qué tenía ese hombre qué me hechizaba, era cómo magia.

Me sentí atraída por su suave belleza y sus finos rasgos llegaban a mis ojos como ráfagas de luz eterna, su piel se ve joven y llena de vida. En su rostro si apenas afloran los rasgos del vello a través de su piel, sus labios carnosos dispuestos a besar los míos son los que me transportan a las más intensas fantasías y  en sus rizos dorados  encuentro la pasión y la entrega de su alma.

Después de unas largas horas de observarlo detenidamente, me adentré a saludarlo y quizá así poder conquistarlo, pero mi mente me jugó una mala pasada. Pensé en qué le diría, ¿le hablaría en mi pobre francés? Pero posiblemente quedaría como una tonta; a lo mejor mi acento inglés le guste, pero a lo mejor él no habla inglés. Una cercana amiga decía: ¡Cuándo el amor se acerca, y no entiende, debes hablarle con el lenguaje del corazón, el amor!, Va, pero sería muy tonta si creyera en sus palabras. Finalmente me decidí y  bajo un impulso le dije: Bonjour, ¿Vous pouvez donner moi autre café?… A lo que él respondió: Oui, Madame. Qué pregunta más estúpida he hecho. Él sólo se limitó a decir: Sí, y con eso mi oportunidad se esfumó.

¡Quiero que hagamos el amor! – Le exclamé durante un fantasioso sueño muy en mi mente -; quería  hacerle sucumbir en el placer, sentir sus besos recorrer mi piel, adentrarnos en lo inexplorado, dejar que los días pasen sin importar, mientras nuestros cuerpos desnudos se compenetran, mientras nos entregamos carnalmente al deseo, pero no era más que una jugarreta, como la de los niños, qué mi mente me hacía. Le veía atónita ante su desmesurada belleza, desde mi mesa, acompañada del fragante aroma del café, deseando qué él se acercara y me tomara de la mano, con unas bellas flores y me dijera qué me ama.

Pero mi oportunidad de hablarle se ha perdido, con tan volátiles palabras qué he dicho con mi pobre francés, quedé como una extranjera más, como una extraña y cuando por fin me di cuenta de qué era lo que había venido a buscar a esta ciudad, cuando al fin había una luz promisoria para mí, mis miedos, mi egocéntrica mente me traiciona, me abandona, maldita sea la suerte  que me acompaña.

Publicada originalmente: 28/01/12
Dedicada a  @willymolko y a la relación sentimental que por tanto tiempo llevamos.

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